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Blasco Ibáñez. Tras el velo capítulo 9

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09 Amantes y vicios ocultos Para este capítulo utilizaremos casi en exclusiva el muy desconocido libro del biógrafo de Blasco Ibáñez, León Roca, que tiene un librito titulado “Los amores de Blasco Ibáñez”. También hemos tomado buena nota de lo que un director de cine como Berlanga nos muestra sin mostrar, desvelando entre bromas las cosas serias que no se pueden contar. En la miniserie de dos capítulos “Blasco Ibáñez. La Novela de su vida”, el director valenciano narra la vida de Blasco en tono de comedia de aventuras y hace desfilar a celebridades del arte y la política en un “totum revolutum” sin orden ni concierto que a un nivel profano solo pretende entretener y a un nivel más profundo descorre el velo al igual que pretendemos nosotros con esta obra. Para el conocedor de la vida de Blasco Ibáñez observará que se toma bastantes licencias con el fin de conseguir una versión más cinematográfica de ciertos sucesos adaptándolos además a su peculiar estilo repleto de humor negro y sátira, es un maestro de la tragicomedia. Berlanga nos muestra abiertamente la hipocresía de Blasco en muchas partes de la serie, cuando se cambia de primera a tercera clase en el tren que le lleva a un pequeño pueblo donde da un discurso a la carrera llevándose a un bebe, criticando duramente a los pobres que observan el duelo con el teniente Alestuei o con su presencia junto al rey Alfonso XIII en casa de Sorolla o la presencia en su casa de Mentón de Jaime de Borbón el aspirante al trono. Tal como observamos en el metraje de la película de Kubrick Eyes Wide Shut, en los dos episodios sobre Blasco no hay nada dejado al azar. La primera parte dura 1:22:51 y la segunda 1:22:15. Ese número maestro, el 22 que cantaba el dúo sacapuntas, y ese 51, 15 nos muestra la imagen invertida de como ve un iniciado a otro iniciado. Asimismo si analizamos los nombres de los archivos veremos como el primer capítulo es un 666 63 38 y el segundo un 666 63 36 donde volvemos a tener la imagen reflejada en el espejo. O sea, el primer capítulo es un 666 9 11, el famosísimo 9 11 y el segundo un 666 9 9. Y es que el 9 es importante dentro del ocultismo, como nos muestra el director cuando Blasco logra paralizar el ajusticiamiento de Rafael Sanchez metiendo esa escena con 9 sillas vacías. Desde muy pequeño el señor Ibáñez tenia gusto por las relaciones con el sexo opuesto y el mismo en mas de una ocasión comentaba que cuando estaba en el instituto podia llegar a tener hasta seis novietas a la vez como se relata en el libro de Enrique González Fiol “Domadores del éxito”. Dice León Roca en “Los amores de Blasco Ibáñez”: “El niño comenzó a ir a las Escuelas Pías, pero lo expulsaron al poco tiempo. Era díscolo, revoltoso y no se adaptaba al duro trato de los castigos ni a las interminables horas de reclusión. De los escolapios pasó al Colegio Valentino, en la plaza de la Pelota, donde había de encontrarse con el hijo de don Teodoro Llorente…el poeta más importante de la Renaixença valenciana. …No es un niño obediente. Jamás lo será. Tiene, si se quiere, el mismo carácter de su madre. Es autoritario. Le gusta mandar. Y más, que le obedezcan. No admite objeciones ni disculpas.” “Es en 1885, cuando era estudiante universitario, que tiene lugar la publicación de la novela corta titulada «Carmen». Carmen se llamaba la protagonista de la novela y Carmen se llamó la persona real que Blasco Ibáñez amaba. Esos ojos verdes, resumen y compendio, para Blasco Ibáñez, de la más alta belleza amorosa, que va repitiendo a lo largo de los personajes femeninos que viven en sus novelas, como homenaje, tal vez, o como tributo de admiración a la belleza de aquella mujer a la que amó. Algunas noches, cuando dispone de tiempo libre, acude a un café cantante que ha abierto sus puertas en la calle Don Juan de Austria, aledaño del Barrio de Pescadores, de innoble fama. Es un salón amplio, de techo alto, con una columna salomónica en el centro, donde notables cupletistas, cantaores y bellas bailarinas proporcionan un espectáculo que las personas respetables de la ciudad, consideran un atentado a la moral.” Siendo todavía estudiante universitario entra en el «Correo de Valencia», diario vespertino fundado y dirigido por don Manuel Torres Orive y comienza a publicar en folletín sus primeras novelas: «Leyendas y fantasías», «Caerse del cielo»,«El Conde Garci-Femández», «El adiós de Schubert», «Por la Patria!», «Romeu el guerrillero» y «Mademoiselle Norma». Sigue contándonos León Roca sobre esta última novela: “Teodoro Llorente, con visión clara de las tendencias literarias, hace el examen de la novela: «Pinta la pasión ciega y momentánea de un pobre muchacho, músico de un café cantante, tan corto de genio como flaco de bolsillo, por una descocada cantadora de "couplets"; historia vulgar, vulgarisima y aún algo grosera; pero tan real en el fondo y tan natural en su desarrollo artístico, que resulta perfectamente impregnada de ese "calor de humanidad" que ahora se busca en la novela.» Don Teodoro Llorente, con una sagacidad que rebasa toda intuición literaria, dice con la sinceridad que le caracteriza: «Parece que todo lo que cuenta "lo haya vivido" el autor.» Nunca como en esta ocasión estuvo Llorente tan acertado en su juicio. Ni fue tan exacto su vaticinio al decir: «Aplicando la observación que revela esta obrita, a tipos y costumbres más decorosas que las de aquella actriz de lupanar y sus sensuales admiradores, es seguro que Blasco ha de producir novelas exquisitas, que satisfagan a los más exigentes y sean leídas por todos con igual regodeo.» La novela fue un intento para captar la realidad. Y la realidad era la que el autor tenía en tomo suyo. El amor de un violinista por una actriz de cabaret, es el tema básico. Pero la esencia del relato no está, precisamente, en esa relación amorosa entre un pobre y tímido músico y una voluble y desenvuelta actriz. Lo verdaderamente importante para conocer la vida amorosa de Blasco Ibáñez está en la figura de doña Luisa «la tía» del violinista con quien vive. Esa sombra, al parecer sin importancia, que sirve de soporte a la narración, esa sombra que pasa sirviendo de trágico fondo a la novela y que el autor hace morir de pulmonía, tras haber esperado en el balcón, inútilmente la llegada del sobrino, esa tía cuyo parentesco Blasco Ibáñez no ha sabido, o no ha podido ocultar si la asociamos al primer relato de su juventud «Carmen» tendremos la solución completa que resolverá el misterioso hechizo de la mujer de los ojos verdes.” Durante el homenaje de 1921 cuando Blasco Ibáñez se dirige al público que le rodea, confiesa que se encuentra emocionado, como nunca lo ha estado, al encontrarse rodeado de amigos y de cierta persona de ojos verdes que le recuerda los tiempos de su juventud. (video BLASCO llegada a Valencia 15 mayo 1921 copia.mp4) «Doña Luisa», el personaje de «Mademoiselle Norma» es la tía Carmen. Una de sus primeras relaciones y que más le marcaron fue por tanto con una mujer bastante mayor que él. León Roca no sabe fijar con exactitud la fecha en que Blasco conoció a su primera mujer: “Si no fue concretamente en el Ateneo, el encuentro y conocimiento debió ocurrir en la Pascua de 1886, cuando Blasco Ibáñez, llevado por sus amigos José M. de la Torre y Sanmartín y Aguirre a una alquería en las inmediaciones de la avenida del Puerto, vio a María por primera vez.” Al año siguiente pública en el Almanaque de Las Provincias una poesía titulada «A María». (video Berlanga cap 1 31:47 a 32:18 poesía Maria.mp4) Rafael Altamira, estrechamente vinculado a los proyectos de la Institución Libre de Enseñanza de la que ya hemos hablado describe a la novia de Blasco: «Era alta, de formas elegantes y finas, blanca, sonrosada la cara, de facciones muy correctas aunque aniñadas aún; los ojos negros, hermosos, de mirada profunda pero inocente; el cabello negro y descuidadamente rizado por delante; la boca pequeñisima, era de labios rojos, muy rojos.» Nosotros, desde luego viendo las escasísimas fotografías de la mujer de Blasco no podemos asegurar muy acertadas dichas palabras, sino más bien comentar la poca femineidad que observamos en Maria. La Maria que nos muestra Berlanga en la serie se parece como un plátano a una piña a la mujer de rasgos andróginos que compartió su vida con Blasco. Llama poderosamente la atención además, que en varias cartas que podemos ver de Blasco a su mujer en el portal cervantesvirtual.com se dirije a ella con el sustantivo “nenín”. En esta segunda carta además de encontrarnos también el “nenín” y llamarla feita, miente descaradamente sobre la vida que lleva en París y sobre la atención que le brindará a ella una vez vuelva a Valencia para casarse: “¡Tengo unas ganas de verte! Cuando te vea, nenín mío, te tengo que dar un abrazo bien apretado. ¡Si supieras cuando tú te vas qué solo me quedo! Me paseo solo por las calles y cuando llega la noche después de cenar (que siempre es allá a las ocho) me voy hasta las 10 a la juventud donde hablo de política con los que allí están. Y... nada más. Esta es mi vida; aburriéndome de lo lindo y pensando siempre en ti, feíta mía. De seguro que tú no harás otro tanto y que no te acordarás tanto de mí. Yo te cuento lo que hago porque tú me dices que te gusta saber todo lo que me pasa. Cuando seamos casaditos no nos separaremos nunca y entonces seremos muy felices y no tendremos que escribirnos ni tan siquiera llamarnos de lejos porque siempre estaremos juntitos e iremos juntitos a todas partes.” Tres años más tarde Blasco tuvo que huir a París porque el fiscal llegó le pedía más de setenta años de presidio, entre otras cosas por hablar mal del ministro Romero Robledo lo cual me recuerda a mi propia situación. Podemos leer de boca del propio Blasco en “Confesiones, 1911- Parte II” en una entrevista de Enrique González Fiol: “¿Qué edad tenía usted, entonces? 22 años. Me fui á vivir al barrio Latino. En París, escribiendo para los editores, ganaba unos 500 francos al mes. Allí era un personaje: un exilé… Gastaba melenas, vestía pantalón á cuadros, chalina flotante, y sombrero de copa de alas planas, como un personaje de Mürger. Primero vivió en la rué des Ecoles, al lado de la Sorbona. Después se mudó á la plaza del Panteón, al Hotel des grands hommes, llamado así porque estaba en frente del Panteón de los grandes hombres de Francia. Allí fué el grande hombre número 80 y tantos. D. Nicolás Estévanez, cuando iba á verle, preguntaba por el grande hombre número 80 y tantos. Su cuarto estaba muy alto. Desde él se dominaba todo París.” Entre los enterrados en el Panteón se encuentran Voltaire, Rousseau, Victor Hugo, Émile Zola. Leon Roca nos describe su estancia en París: “La circunstancia de que fuese París el lugar determinado y concreto del exilio, hace pensar si no obedecía su estancia en Francia a un plan ya elaborado de antemano. Además, los padres de Blasco, que siempre han visto las andanzas del joven por el camino de la política, con mucha prevención, y como una inclinación que les llena de pesadumbre, se avienen a remitirle todos los meses 100 francos, cantidad fabulosa para un bohemio avecindado en el Barrio Latino y, más concretamente, en un hotel denominado «Des Grands Hommes». Su estancia en la capital de Francia quedó reflejada magistralmente en sus crónicas que envía, puntualmente cada 15 días, a «El Correo de Valencia». Éstas, reunidas, formarían más tarde, el libro titulado Paris. (Impresiones de un emigrado)».” Seiscientos francos de 1889 equivalían a 2.400 pesetas de la época y eso era un dineral entonces y ahora. González Fiol nos sigue contando: “En París, según cuentan, hizo vida bohemia. Completa. Al hijo de D. Nicolás Estévanez, hoy notabilísimo ingeniero naval en Cherburgo, y a él, que fueron grandes amigos, les dio la ventolera por echárselas de valientes. Creían que, por el checho de llevar capa y de ser españoles, tenían derecho a meterse en todo lo que no les importaba y los demás el deber de tenerles miedo. ¡Esta fanfarronería les costó cada paliza!... Cuéntase que una noche, a la puerta del café rumano de la rué de Saint Michel, había una muchacha, que no la dejaban entrar creo que porque era muy escandalosa. D. Quijote encarnó en ellos, y la entraron a pesar de las protestas de los camareros, y desafiaron á éstos, y al dueño y á los parroquianos, y pegaron... y les pegaron de firme... A Blasco le dieron no sé con qué, pero cosa contundente debió ser, porque tuvo que andar de medio lado no sé cuánto tiempo. Otro de los sitios donde él era muy popular por la vida de polichinela que llevaba, era el baile de Buller, famoso por celebrarse allí los bailes de las Cuatro Artes. Allí tenía fama de terco. Se cuenta que, una noche, se empeñó en saltar a la tribuna por fuera y se agarró á la barandilla y la rompió. La guardia republicana le detuvo y, al igual que por otras tremolinas que armaba, le llevó a Ia Comisaria. Allí el comisario, que como es sabido, suele ser personaje, ex-diputado ó cosa por el estilo, le hablaba particularmente y le reprochaba aquella vida de Guiñol que estaba llevando, y que convenía según él, perfectamente para estudiantes, pero no para un hombre político, para un exilé como él, que precisamente por estar desterrado y por profesar ideas republicanas estaba más obligado que otros á respetar la libertad y los derechos de todos... Pero para él, el mismo efecto que las coplas de Calaínos. Seguía de noche haciendo esta vida.” En la página 373 de «La araña negra», el mismo Blasco dice: «Por las noches, después de cenar... iban a la Opera o se metían en el Bullier, el tradicional lugar de borrascosa alegría del Barrio Latino, y allí veían brillar el can-can por todo lo alto y convidaban a cerveza a unas cuantas señoritas.» Sigue León Roca describiendo su vida en París: “Tampoco silencia la amistad que tuvo con Sara «famosa modelo, de la que han escrito luego algunos libros». «De dia trabajaba muchísimo, de noche. seguía haciendo la vida bohemia. Un libro, confiesa, que está escribiendo: «La Historia de la Revolución Española». Era una obra enorme, por lo larga. Se vendía por entregas, y tuvo un éxito mayor que todas las publicaciones de entonces. El editor, de Barcelona, ganó «más de cincuenta mil duros. De estos me dió seis mil en los dos años que me costó de escribir».” Las 2400 pesetas que amasaba al mes, sumadas a las 1250 de ese libro por entregas, nos indican que con 3650 pesetas mensuales, Blasco bien podría considerarse millonario. Sin embargo, el dinero que llega fácilmente también se va con la misma rapidez. Además, debemos añadir a esto las ganancias obtenidas por escribir novelas picarescas, como se denominaba antiguamente a este subgénero literario, o pornográficas, como se las llama hoy en día. Leon Roca nos lo cuenta en “Los amores de Blasco Ibáñez”: “Este es un hecho que ningún biógrafo de Blasco Ibáñez ha querido abordar, temiendo, sin duda, que la personalidad literaria del novelista se hundiese, socavada y derribada por la maledicencia. El silencio de todos, más que un respetuoso silencio para no denigrar, parece haber sido la confabulación de la hipocresía. Es cierto que Blasco Ibáñez escribió tres o cuatro novelitas estando en París. Las escribió para un editor de Castellón. Y un ejemplar manuscrito bellamente encuadernado, circuló por Valencia alrededor de los años 60. Es cierto también que el novelista jamás habló de ello. Pero los críticos franceses y algunos profesores de literatura de aquel país se han interesado por esta creación ocasional… No obstante, puedo afirmar que, durante una conversación con don Sigfrido Blasco-Ibáñez, el hijo menor del novelista, este admitió la existencia de las novelitas pornográficas de su padre y nos indicó un título: «Modas de París».” Blasco escribía sus crónicas donde hablaba del máximo exiliado español de esa época don Manuel Ruiz Zorrilla, los revolucionarios chilenos de la “Estrella de Chile” o sobre “las hijas de la noche” donde evidentemente hablaba de la prostitución que invadía las primeras horas de la noche parisina. Como dice León Roca: “La escuela sensual de París, es para el futuro novelista, el coliseo, la universidad, el ágora donde toda experiencia tiene su manifestación y donde todo escrúpulo es ahogado por un minuto de placer.” En esa época Blasco también empieza a frecuentar la noche madrileña mientras le dedica cartas de amor a la que sería su mujer tres años más tarde como vemos en esta Carta de Vicente Blasco Ibáñez a María Blasco del Cacho escrita en Madrid el 12 de febrero de 1889: “Mi adorada Marujita: Ayer te remití un telegrama dándote cuenta de que había llegado a aquí sin novedad y me equivoqué al darte las señas de donde vivo pues estoy en la calle del Arenal número 8 piso pral., casa de huéspedes y no en el número 10 como te dije. Anoche fue el meeting y yo me llevé la palma de la oratoria pues mi discurso fue el más enérgico y entusiasta. Todos los párrafos me los interrumpieron con aplausos y el discurso fue una continua ovación. Nada más te puedo contar de aquí pues hasta este momento nada he hecho. No he visto todavía a Paco ni he empezado los estudios en la Biblioteca Nacional pues no he tenido tiempo más que para visitar a Pi y Margall y demás federales de esta. Ya te escribiré más despacio cuando tenga otras cosas que contarte. Tengo un cuarto muy bonito y muy bien alfombrado y no puedo quejarme del trato que me dan. Adiós nena mía. Aquí no hago más que acordarme de ti y tengo ganas de ir a esa solo por verte a pesar del poco tiempo que hace nos hemos separado y que a mí me parece un siglo. Sabes te quiere como nadie en el mundo tu Vicente”. A los 24 años y con una novia, Blasco conoció en 1891 a una de sus amantes más significativas, quien sería fuente de inspiración para una de sus mejores novelas, "Entre naranjos". Esta obra, influenciada por la riada de Alcira de 1897, finalmente se publicaría en 1900. La cantante de ópera rusa Nadina Buliccioff fue abordada por nuestro escritor en 1891 cuando ella tenía 33 años, 9 años los separaban. Apenas 5 años antes había conocido a la que después sería su mujer Maria Blasco. El propio Blasco se refirió años más tarde a sus amoríos con la Buliccioff en una contestación que hizo desde su periódico al periódico el Regional que era un diario carlista cuando estos publicaron la preciosa novelita histórica titulada "La tiple rusa o los amores de Blasco con la Buliccioff” diciendo así: “Ustedes conocen un Blasco Ibáñez de costumbres tranquilas, que vive en una modestia rayana en pobreza, que apenas sale de casa, que pasa el dia y la noche trabajando con la pluma, que es su único medio de subsistencia, rodeado de su mujer y sus hijos; que apenas se le ve en teatros y cafés, y que a los treinta años aparece gordinflón y desaliñado como un viejo; ¿no es verdad? Pues no se fíen ustedes. Ese individuo es un pillo de mala vida, un crapuloso, un libertino: una especie de Tenorio, y si alguien sonríe con expresión de duda, lea la siguiente terminación del anuncio del número único.” Resulta hasta cómico leer en El Imparcial del 29 de julio de 1884 en su sección de espectáculos como tras enumerar a los cantantes de ópera que iban a actuar en el Teatro Real de Madrid durante la temporada nos pongan un anuncio de “no mas callos” y después uno de preservativos contra el cólera. Apostilla León Roca: “Cuesta creer que a tan sólo quince días para su boda, celebrada el 18 de noviembre de 1891, Blasco viviese aquella pasión con la tiple rusa. Pero también es evidente que, si no fue entonces, no pudo ser nunca.” En la trama de la novela que más tarde escribiría Blasco,“Entre naranjos”, destaca una madre autoritaria, doña Bernarda, que nos recuerda a la madre de Blasco y que nos habla del problema real de los Blasco ante el enredo amoroso de su hijo a pocos días de casarse. Y es que la soprano rusa dio un concierto el 14 de noviembre a escasos días de la boda donde al parecer uno de los poemas anónimos que se repartieron entre el público pertenecía a Blasco, aunque este detalle nunca lo sabremos con seguridad. Continúa el biógrafo de Blasco diciendo en el capítulo titulado “los amores atribuidos”: “En Blasco Ibáñez se da la coquetería de querer ser, o de aparentar ser, un padre de familia amante de su hogar, de sus hijos y de la vida hogareña. Esta pretensión, por muy deseable que sea, no responde a la vida real que lleva, porque sus luchas políticas reducen sus horas de estancia en el hogar. También su condición de periodista y de director de un periódico, que ha de luchar contra la ineficacia de la gente, hace que su vida con la familia se reduzca a la mínima expresión. Sus veladas pasadas junto a la máquina que imprime el periódico, que se prolongan hasta las cuatro de la noche o las seis de la madrugada, anulan por completo la intimidad hogareña. Hay que admitir, por tanto, a un Blasco Ibáñez dominado por la pasión del trabajo y absorbido por el interés que en él despierta la política. Doña María, la esposa, debió soportar y acostumbrarse a las intemperancias de conducta que imponía una reunión de delegados políticos o una junta que era preciso presidir en el partido. También debió acostumbrarse a la total ausencia de atención cuando le absorbía algún problema de índole literario o novelístico. Hubo también de acostumbrarse doña María a las continuas denuncias del periódico, a la presencia, casi diaria, del Juzgado y agentes de la autoridad que secuestraban la edición y se llevaban detenido al director. Estos avatares del hombre de acción, unido a sus infidelidades conyugales, debieron quebrantar la unidad matrimonial. Pero lo que parece que colmó la paciencia de María, fue las relaciones que tuvo con la condesa de Pardo Bazán, al parecer, no simplemente literarias.” Pero antes de que hablarnos sobre la relación del escritor con la famosa escritora gallega nos describe otros cuatro amoríos empezando por una tal Cora que firma una dedicatoria en una de las fotografías encontradas entre los papeles del novelista. El propio Blasco nos habla de Cora en una de sus novelas: “Por dos meses fué el amante de Cora, una muchacha popular en los entresuelos de Fornos; una gallega alta, esbelta y fuerte (¡ay, como la otra!), que había pasado algunos meses en París, y al volver de allá, con el pelo teñido de rubio, recogiéndose el vestido con la misma gracia que si hiciera el trottoir en los bulevares, mezclando con dulzura en la conversación palabras francesas, llamando mon cher a todo el mundo y dándoselas de entendida en la organización de una cena, brillaba como una gran cocota entre las amigas.” Francisco de Cossio nos cuenta en su libro “Impresiones” la “poca vergüenza” que se gastaba el escritor para con las mujeres y mucho más si eran jóvenes y guapas: “Decide que vayamos a Prunier. Desde allí vamos Blasco, Cossio y Jean Cassou, al Café de los Italianos. A las doce y media marchamos a lo largo de los bulevares, hasta el Faubourg Montmartre. Al pasar por el bulevar de los Italianos, una muchachita rubia y de ojos verdes mira a Blasco, y él la detiene: -¿Tú no me conoces? -No-contesta ella, con un rostro inocente e inexpresivo. Estás hablando dice Cassou, con uno de los hombres más famosos de nuestro tiempo. Con monsieur Blasco Ibáñez. ¿No has leído ninguna novela suya? La muchacha no se molesta en recordar. Dice que no ha leído ninguna novela suya, y que nunca ha oído hablar de tal señor. Pues entonces, si eres novelista podrías hacer una buena novela de mi vida. ¿Y cuál es tu vida? -pregunta el novelista. -Me llamo Georgette, ahí tienes el argumento.” En manos del editor Sempere cayó una carta devuelta por el servicio de correos donde Blasco se dirigía a una corista de un barracón de la feria de Navidad de Valencia. Uno de esos barracones donde las coristas vestían frívolamente y bailaban al estilo francés. La carta empezaba con un “querida chatita”. A estos escarceos esporádicos hay que unir los más habituales como por ejemplo el de la carnicera cercana al diario El Pueblo. Blasco solía escribir de noche y terminar la edición del periódico a altas horas de la madrugada, León Roca nos describe estos paseos: “Y dos o tres horas después, cansado, abandonaba la escritura y salía a la calle. En algunas ocasiones, su andadura no era larga. Se dirigía, paso a paso, a una cercana carnicería cuya dueña, la señora Vicenta, le recibía con evidentes muestras de satisfacción. Era proverbial que la señora Vicenta le preparaba un copioso desayuno que el escritor aceptaba con agrado. El esposo de la señora Vicenta, que era matarife y, por tanto, tenía su trabajo en el matadero, salía de la casa con las primeras luces del día, lo que le permitía al escritor disfrutar de una tranquilidad complaciente.” El propio Blasco lo contaba así: “Porque no hay mayor aventura para un político que la de escaparse de sus obligaciones y marchar a la conquista de una mujer. No hay aventura más alucinante que la de saberse director de un periódico, pasar toda la noche en vela, vigilante por la marcha del diario y saber que hay una mujer que le espera, a hurtadillas, burlando todas las normas establecidas por la sociedad y tratando las cuestiones amorosas con el más hermético de los silencios”. Dicha relación extramatrimonial nunca salió a la luz pero León Roca nos cuenta varios indicios para poder afirmar que las relaciones tuvieron que ser íntimas y completas. El primer indicio surge del mismo autor, quien, al publicar en 1901 «Sónnica, la cortesana» en la contracubierta del libro, aparece mencionada, como futura novela, la titulada «La señora Vicenta». Pero el segundo indicio es un testimonio directo del investigador que ocurrió hacia el año 1967. “Iba yo acompañado por un amigo, cuando se acercó un señor que se puso a hablar con mi acompañante. Al enterarse de que íbamos a publicar la biografía, se volvió hacia mí y me dijo: «¿Usted sabe que yo soy hijo de Blasco Ibáñez?». Había tal orgullo y sinceridad en sus palabras que lo creí. Era hijo de «la señora Vicenta».” ……………………………………………………………………………………… Enlaces citados en el podcast: Bibliografia completa https://www.cervantesvirtual.com/portales/vicente_blasco_ibanez/su_obra_bibliografia/ Cronología de Vicente Blasco Ibáñez https://www.cervantesvirtual.com/portales/vicente_blasco_ibanez/autor_cronologia/#anyo_1900 Cronologia literaria Blasco Ibáñez https://anyblascoibanez.gva.es/va/cronologia-literaria Time line de su vida https://www.timetoast.com/timelines/vicente-blasco-ibanez-5ac50faf-ff35-40dd-be42-708435362932 Galeria de imágenes https://www.google.com/imgres?imgurl=https%3A%2F%2Fwww.cervantesvirtual.com%2Fimages%2Fportales%2Fvicente_blasco_ibanez%2Fgraf%2Fcronologia%2F03_cro_blasco_ibanez_retrato_1018_s.jpg&tbnid=s0ix0VfxLAJ4aM&vet=12ahUKEwi45LKn8vr-AhVYmycCHf1fDVMQMygkegUIARDGAQ..i&imgrefurl=https%3A%2F%2Fwww.cervantesvirtual.com%2Fportales%2Fvicente_blasco_ibanez%2Fautor_cronologia%2F&docid=rpcl3y5OiYotjM&w=301&h=450&q=Mar%C3%ADa%20Blasco%20blasco%20iba%C3%B1ez&hl=es&client=firefox-b-d&ved=2ahUKEwi45LKn8vr-AhVYmycCHf1fDVMQMygkegUIARDGAQ …….. Capitulo 9 Blasco Ibáñez (Miniserie de TV) https://www.filmaffinity.com/es/film328686.html Blasco Ibañez. La Novela de su vida https://berlangafilmmuseum.com/filmografia/blasco-ibanez-la-novela-de-su-vida/ La novela de su vida Película de Berlanga.Parte 1 https://www.rtve.es/play/videos/blasco-ibanez-la-novela-de-su-vida/parte-1/6666338/ La novela de su vida Película de Berlanga.Parte 2 https://www.rtve.es/play/videos/blasco-ibanez-la-novela-de-su-vida/parte-2/6666336/ OSCURO OCULTISMO EN HIPERCUBOS, HEXÁGONOS Y OCTÁGONOS https://tecnicopreocupado.com/2017/05/04/oscuro-ocultismo-en-hipercubos-hexagonos-y-octagonos/ Entrevista a Leon Roca http://elargonautavalenciano.blogspot.com/2019/07/con-leon-roca.html Enrique González Fiol “Domadores del éxito”. 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09 Amantes y vicios ocultos Para este capítulo utilizaremos casi en exclusiva el muy desconocido libro del biógrafo de Blasco Ibáñez, León Roca, que tiene un librito titulado “Los amores de Blasco Ibáñez”. También hemos tomado buena nota de lo que un director de cine como Berlanga nos muestra sin mostrar, desvelando entre bromas las cosas serias que no se pueden contar. En la miniserie de dos capítulos “Blasco Ibáñez. La Novela de su vida”, el director valenciano narra la vida de Blasco en tono de comedia de aventuras y hace desfilar a celebridades del arte y la política en un “totum revolutum” sin orden ni concierto que a un nivel profano solo pretende entretener y a un nivel más profundo descorre el velo al igual que pretendemos nosotros con esta obra. Para el conocedor de la vida de Blasco Ibáñez observará que se toma bastantes licencias con el fin de conseguir una versión más cinematográfica de ciertos sucesos adaptándolos además a su peculiar estilo repleto de humor negro y sátira, es un maestro de la tragicomedia. Berlanga nos muestra abiertamente la hipocresía de Blasco en muchas partes de la serie, cuando se cambia de primera a tercera clase en el tren que le lleva a un pequeño pueblo donde da un discurso a la carrera llevándose a un bebe, criticando duramente a los pobres que observan el duelo con el teniente Alestuei o con su presencia junto al rey Alfonso XIII en casa de Sorolla o la presencia en su casa de Mentón de Jaime de Borbón el aspirante al trono. Tal como observamos en el metraje de la película de Kubrick Eyes Wide Shut, en los dos episodios sobre Blasco no hay nada dejado al azar. La primera parte dura 1:22:51 y la segunda 1:22:15. Ese número maestro, el 22 que cantaba el dúo sacapuntas, y ese 51, 15 nos muestra la imagen invertida de como ve un iniciado a otro iniciado. Asimismo si analizamos los nombres de los archivos veremos como el primer capítulo es un 666 63 38 y el segundo un 666 63 36 donde volvemos a tener la imagen reflejada en el espejo. O sea, el primer capítulo es un 666 9 11, el famosísimo 9 11 y el segundo un 666 9 9. Y es que el 9 es importante dentro del ocultismo, como nos muestra el director cuando Blasco logra paralizar el ajusticiamiento de Rafael Sanchez metiendo esa escena con 9 sillas vacías. Desde muy pequeño el señor Ibáñez tenia gusto por las relaciones con el sexo opuesto y el mismo en mas de una ocasión comentaba que cuando estaba en el instituto podia llegar a tener hasta seis novietas a la vez como se relata en el libro de Enrique González Fiol “Domadores del éxito”. Dice León Roca en “Los amores de Blasco Ibáñez”: “El niño comenzó a ir a las Escuelas Pías, pero lo expulsaron al poco tiempo. Era díscolo, revoltoso y no se adaptaba al duro trato de los castigos ni a las interminables horas de reclusión. De los escolapios pasó al Colegio Valentino, en la plaza de la Pelota, donde había de encontrarse con el hijo de don Teodoro Llorente…el poeta más importante de la Renaixença valenciana. …No es un niño obediente. Jamás lo será. Tiene, si se quiere, el mismo carácter de su madre. Es autoritario. Le gusta mandar. Y más, que le obedezcan. No admite objeciones ni disculpas.” “Es en 1885, cuando era estudiante universitario, que tiene lugar la publicación de la novela corta titulada «Carmen». Carmen se llamaba la protagonista de la novela y Carmen se llamó la persona real que Blasco Ibáñez amaba. Esos ojos verdes, resumen y compendio, para Blasco Ibáñez, de la más alta belleza amorosa, que va repitiendo a lo largo de los personajes femeninos que viven en sus novelas, como homenaje, tal vez, o como tributo de admiración a la belleza de aquella mujer a la que amó. Algunas noches, cuando dispone de tiempo libre, acude a un café cantante que ha abierto sus puertas en la calle Don Juan de Austria, aledaño del Barrio de Pescadores, de innoble fama. Es un salón amplio, de techo alto, con una columna salomónica en el centro, donde notables cupletistas, cantaores y bellas bailarinas proporcionan un espectáculo que las personas respetables de la ciudad, consideran un atentado a la moral.” Siendo todavía estudiante universitario entra en el «Correo de Valencia», diario vespertino fundado y dirigido por don Manuel Torres Orive y comienza a publicar en folletín sus primeras novelas: «Leyendas y fantasías», «Caerse del cielo»,«El Conde Garci-Femández», «El adiós de Schubert», «Por la Patria!», «Romeu el guerrillero» y «Mademoiselle Norma». Sigue contándonos León Roca sobre esta última novela: “Teodoro Llorente, con visión clara de las tendencias literarias, hace el examen de la novela: «Pinta la pasión ciega y momentánea de un pobre muchacho, músico de un café cantante, tan corto de genio como flaco de bolsillo, por una descocada cantadora de "couplets"; historia vulgar, vulgarisima y aún algo grosera; pero tan real en el fondo y tan natural en su desarrollo artístico, que resulta perfectamente impregnada de ese "calor de humanidad" que ahora se busca en la novela.» Don Teodoro Llorente, con una sagacidad que rebasa toda intuición literaria, dice con la sinceridad que le caracteriza: «Parece que todo lo que cuenta "lo haya vivido" el autor.» Nunca como en esta ocasión estuvo Llorente tan acertado en su juicio. Ni fue tan exacto su vaticinio al decir: «Aplicando la observación que revela esta obrita, a tipos y costumbres más decorosas que las de aquella actriz de lupanar y sus sensuales admiradores, es seguro que Blasco ha de producir novelas exquisitas, que satisfagan a los más exigentes y sean leídas por todos con igual regodeo.» La novela fue un intento para captar la realidad. Y la realidad era la que el autor tenía en tomo suyo. El amor de un violinista por una actriz de cabaret, es el tema básico. Pero la esencia del relato no está, precisamente, en esa relación amorosa entre un pobre y tímido músico y una voluble y desenvuelta actriz. Lo verdaderamente importante para conocer la vida amorosa de Blasco Ibáñez está en la figura de doña Luisa «la tía» del violinista con quien vive. Esa sombra, al parecer sin importancia, que sirve de soporte a la narración, esa sombra que pasa sirviendo de trágico fondo a la novela y que el autor hace morir de pulmonía, tras haber esperado en el balcón, inútilmente la llegada del sobrino, esa tía cuyo parentesco Blasco Ibáñez no ha sabido, o no ha podido ocultar si la asociamos al primer relato de su juventud «Carmen» tendremos la solución completa que resolverá el misterioso hechizo de la mujer de los ojos verdes.” Durante el homenaje de 1921 cuando Blasco Ibáñez se dirige al público que le rodea, confiesa que se encuentra emocionado, como nunca lo ha estado, al encontrarse rodeado de amigos y de cierta persona de ojos verdes que le recuerda los tiempos de su juventud. (video BLASCO llegada a Valencia 15 mayo 1921 copia.mp4) «Doña Luisa», el personaje de «Mademoiselle Norma» es la tía Carmen. Una de sus primeras relaciones y que más le marcaron fue por tanto con una mujer bastante mayor que él. León Roca no sabe fijar con exactitud la fecha en que Blasco conoció a su primera mujer: “Si no fue concretamente en el Ateneo, el encuentro y conocimiento debió ocurrir en la Pascua de 1886, cuando Blasco Ibáñez, llevado por sus amigos José M. de la Torre y Sanmartín y Aguirre a una alquería en las inmediaciones de la avenida del Puerto, vio a María por primera vez.” Al año siguiente pública en el Almanaque de Las Provincias una poesía titulada «A María». (video Berlanga cap 1 31:47 a 32:18 poesía Maria.mp4) Rafael Altamira, estrechamente vinculado a los proyectos de la Institución Libre de Enseñanza de la que ya hemos hablado describe a la novia de Blasco: «Era alta, de formas elegantes y finas, blanca, sonrosada la cara, de facciones muy correctas aunque aniñadas aún; los ojos negros, hermosos, de mirada profunda pero inocente; el cabello negro y descuidadamente rizado por delante; la boca pequeñisima, era de labios rojos, muy rojos.» Nosotros, desde luego viendo las escasísimas fotografías de la mujer de Blasco no podemos asegurar muy acertadas dichas palabras, sino más bien comentar la poca femineidad que observamos en Maria. La Maria que nos muestra Berlanga en la serie se parece como un plátano a una piña a la mujer de rasgos andróginos que compartió su vida con Blasco. Llama poderosamente la atención además, que en varias cartas que podemos ver de Blasco a su mujer en el portal cervantesvirtual.com se dirije a ella con el sustantivo “nenín”. En esta segunda carta además de encontrarnos también el “nenín” y llamarla feita, miente descaradamente sobre la vida que lleva en París y sobre la atención que le brindará a ella una vez vuelva a Valencia para casarse: “¡Tengo unas ganas de verte! Cuando te vea, nenín mío, te tengo que dar un abrazo bien apretado. ¡Si supieras cuando tú te vas qué solo me quedo! Me paseo solo por las calles y cuando llega la noche después de cenar (que siempre es allá a las ocho) me voy hasta las 10 a la juventud donde hablo de política con los que allí están. Y... nada más. Esta es mi vida; aburriéndome de lo lindo y pensando siempre en ti, feíta mía. De seguro que tú no harás otro tanto y que no te acordarás tanto de mí. Yo te cuento lo que hago porque tú me dices que te gusta saber todo lo que me pasa. Cuando seamos casaditos no nos separaremos nunca y entonces seremos muy felices y no tendremos que escribirnos ni tan siquiera llamarnos de lejos porque siempre estaremos juntitos e iremos juntitos a todas partes.” Tres años más tarde Blasco tuvo que huir a París porque el fiscal llegó le pedía más de setenta años de presidio, entre otras cosas por hablar mal del ministro Romero Robledo lo cual me recuerda a mi propia situación. Podemos leer de boca del propio Blasco en “Confesiones, 1911- Parte II” en una entrevista de Enrique González Fiol: “¿Qué edad tenía usted, entonces? 22 años. Me fui á vivir al barrio Latino. En París, escribiendo para los editores, ganaba unos 500 francos al mes. Allí era un personaje: un exilé… Gastaba melenas, vestía pantalón á cuadros, chalina flotante, y sombrero de copa de alas planas, como un personaje de Mürger. Primero vivió en la rué des Ecoles, al lado de la Sorbona. Después se mudó á la plaza del Panteón, al Hotel des grands hommes, llamado así porque estaba en frente del Panteón de los grandes hombres de Francia. Allí fué el grande hombre número 80 y tantos. D. Nicolás Estévanez, cuando iba á verle, preguntaba por el grande hombre número 80 y tantos. Su cuarto estaba muy alto. Desde él se dominaba todo París.” Entre los enterrados en el Panteón se encuentran Voltaire, Rousseau, Victor Hugo, Émile Zola. Leon Roca nos describe su estancia en París: “La circunstancia de que fuese París el lugar determinado y concreto del exilio, hace pensar si no obedecía su estancia en Francia a un plan ya elaborado de antemano. Además, los padres de Blasco, que siempre han visto las andanzas del joven por el camino de la política, con mucha prevención, y como una inclinación que les llena de pesadumbre, se avienen a remitirle todos los meses 100 francos, cantidad fabulosa para un bohemio avecindado en el Barrio Latino y, más concretamente, en un hotel denominado «Des Grands Hommes». Su estancia en la capital de Francia quedó reflejada magistralmente en sus crónicas que envía, puntualmente cada 15 días, a «El Correo de Valencia». Éstas, reunidas, formarían más tarde, el libro titulado Paris. (Impresiones de un emigrado)».” Seiscientos francos de 1889 equivalían a 2.400 pesetas de la época y eso era un dineral entonces y ahora. González Fiol nos sigue contando: “En París, según cuentan, hizo vida bohemia. Completa. Al hijo de D. Nicolás Estévanez, hoy notabilísimo ingeniero naval en Cherburgo, y a él, que fueron grandes amigos, les dio la ventolera por echárselas de valientes. Creían que, por el checho de llevar capa y de ser españoles, tenían derecho a meterse en todo lo que no les importaba y los demás el deber de tenerles miedo. ¡Esta fanfarronería les costó cada paliza!... Cuéntase que una noche, a la puerta del café rumano de la rué de Saint Michel, había una muchacha, que no la dejaban entrar creo que porque era muy escandalosa. D. Quijote encarnó en ellos, y la entraron a pesar de las protestas de los camareros, y desafiaron á éstos, y al dueño y á los parroquianos, y pegaron... y les pegaron de firme... A Blasco le dieron no sé con qué, pero cosa contundente debió ser, porque tuvo que andar de medio lado no sé cuánto tiempo. Otro de los sitios donde él era muy popular por la vida de polichinela que llevaba, era el baile de Buller, famoso por celebrarse allí los bailes de las Cuatro Artes. Allí tenía fama de terco. Se cuenta que, una noche, se empeñó en saltar a la tribuna por fuera y se agarró á la barandilla y la rompió. La guardia republicana le detuvo y, al igual que por otras tremolinas que armaba, le llevó a Ia Comisaria. Allí el comisario, que como es sabido, suele ser personaje, ex-diputado ó cosa por el estilo, le hablaba particularmente y le reprochaba aquella vida de Guiñol que estaba llevando, y que convenía según él, perfectamente para estudiantes, pero no para un hombre político, para un exilé como él, que precisamente por estar desterrado y por profesar ideas republicanas estaba más obligado que otros á respetar la libertad y los derechos de todos... Pero para él, el mismo efecto que las coplas de Calaínos. Seguía de noche haciendo esta vida.” En la página 373 de «La araña negra», el mismo Blasco dice: «Por las noches, después de cenar... iban a la Opera o se metían en el Bullier, el tradicional lugar de borrascosa alegría del Barrio Latino, y allí veían brillar el can-can por todo lo alto y convidaban a cerveza a unas cuantas señoritas.» Sigue León Roca describiendo su vida en París: “Tampoco silencia la amistad que tuvo con Sara «famosa modelo, de la que han escrito luego algunos libros». «De dia trabajaba muchísimo, de noche. seguía haciendo la vida bohemia. Un libro, confiesa, que está escribiendo: «La Historia de la Revolución Española». Era una obra enorme, por lo larga. Se vendía por entregas, y tuvo un éxito mayor que todas las publicaciones de entonces. El editor, de Barcelona, ganó «más de cincuenta mil duros. De estos me dió seis mil en los dos años que me costó de escribir».” Las 2400 pesetas que amasaba al mes, sumadas a las 1250 de ese libro por entregas, nos indican que con 3650 pesetas mensuales, Blasco bien podría considerarse millonario. Sin embargo, el dinero que llega fácilmente también se va con la misma rapidez. Además, debemos añadir a esto las ganancias obtenidas por escribir novelas picarescas, como se denominaba antiguamente a este subgénero literario, o pornográficas, como se las llama hoy en día. Leon Roca nos lo cuenta en “Los amores de Blasco Ibáñez”: “Este es un hecho que ningún biógrafo de Blasco Ibáñez ha querido abordar, temiendo, sin duda, que la personalidad literaria del novelista se hundiese, socavada y derribada por la maledicencia. El silencio de todos, más que un respetuoso silencio para no denigrar, parece haber sido la confabulación de la hipocresía. Es cierto que Blasco Ibáñez escribió tres o cuatro novelitas estando en París. Las escribió para un editor de Castellón. Y un ejemplar manuscrito bellamente encuadernado, circuló por Valencia alrededor de los años 60. Es cierto también que el novelista jamás habló de ello. Pero los críticos franceses y algunos profesores de literatura de aquel país se han interesado por esta creación ocasional… No obstante, puedo afirmar que, durante una conversación con don Sigfrido Blasco-Ibáñez, el hijo menor del novelista, este admitió la existencia de las novelitas pornográficas de su padre y nos indicó un título: «Modas de París».” Blasco escribía sus crónicas donde hablaba del máximo exiliado español de esa época don Manuel Ruiz Zorrilla, los revolucionarios chilenos de la “Estrella de Chile” o sobre “las hijas de la noche” donde evidentemente hablaba de la prostitución que invadía las primeras horas de la noche parisina. Como dice León Roca: “La escuela sensual de París, es para el futuro novelista, el coliseo, la universidad, el ágora donde toda experiencia tiene su manifestación y donde todo escrúpulo es ahogado por un minuto de placer.” En esa época Blasco también empieza a frecuentar la noche madrileña mientras le dedica cartas de amor a la que sería su mujer tres años más tarde como vemos en esta Carta de Vicente Blasco Ibáñez a María Blasco del Cacho escrita en Madrid el 12 de febrero de 1889: “Mi adorada Marujita: Ayer te remití un telegrama dándote cuenta de que había llegado a aquí sin novedad y me equivoqué al darte las señas de donde vivo pues estoy en la calle del Arenal número 8 piso pral., casa de huéspedes y no en el número 10 como te dije. Anoche fue el meeting y yo me llevé la palma de la oratoria pues mi discurso fue el más enérgico y entusiasta. Todos los párrafos me los interrumpieron con aplausos y el discurso fue una continua ovación. Nada más te puedo contar de aquí pues hasta este momento nada he hecho. No he visto todavía a Paco ni he empezado los estudios en la Biblioteca Nacional pues no he tenido tiempo más que para visitar a Pi y Margall y demás federales de esta. Ya te escribiré más despacio cuando tenga otras cosas que contarte. Tengo un cuarto muy bonito y muy bien alfombrado y no puedo quejarme del trato que me dan. Adiós nena mía. Aquí no hago más que acordarme de ti y tengo ganas de ir a esa solo por verte a pesar del poco tiempo que hace nos hemos separado y que a mí me parece un siglo. Sabes te quiere como nadie en el mundo tu Vicente”. A los 24 años y con una novia, Blasco conoció en 1891 a una de sus amantes más significativas, quien sería fuente de inspiración para una de sus mejores novelas, "Entre naranjos". Esta obra, influenciada por la riada de Alcira de 1897, finalmente se publicaría en 1900. La cantante de ópera rusa Nadina Buliccioff fue abordada por nuestro escritor en 1891 cuando ella tenía 33 años, 9 años los separaban. Apenas 5 años antes había conocido a la que después sería su mujer Maria Blasco. El propio Blasco se refirió años más tarde a sus amoríos con la Buliccioff en una contestación que hizo desde su periódico al periódico el Regional que era un diario carlista cuando estos publicaron la preciosa novelita histórica titulada "La tiple rusa o los amores de Blasco con la Buliccioff” diciendo así: “Ustedes conocen un Blasco Ibáñez de costumbres tranquilas, que vive en una modestia rayana en pobreza, que apenas sale de casa, que pasa el dia y la noche trabajando con la pluma, que es su único medio de subsistencia, rodeado de su mujer y sus hijos; que apenas se le ve en teatros y cafés, y que a los treinta años aparece gordinflón y desaliñado como un viejo; ¿no es verdad? Pues no se fíen ustedes. Ese individuo es un pillo de mala vida, un crapuloso, un libertino: una especie de Tenorio, y si alguien sonríe con expresión de duda, lea la siguiente terminación del anuncio del número único.” Resulta hasta cómico leer en El Imparcial del 29 de julio de 1884 en su sección de espectáculos como tras enumerar a los cantantes de ópera que iban a actuar en el Teatro Real de Madrid durante la temporada nos pongan un anuncio de “no mas callos” y después uno de preservativos contra el cólera. Apostilla León Roca: “Cuesta creer que a tan sólo quince días para su boda, celebrada el 18 de noviembre de 1891, Blasco viviese aquella pasión con la tiple rusa. Pero también es evidente que, si no fue entonces, no pudo ser nunca.” En la trama de la novela que más tarde escribiría Blasco,“Entre naranjos”, destaca una madre autoritaria, doña Bernarda, que nos recuerda a la madre de Blasco y que nos habla del problema real de los Blasco ante el enredo amoroso de su hijo a pocos días de casarse. Y es que la soprano rusa dio un concierto el 14 de noviembre a escasos días de la boda donde al parecer uno de los poemas anónimos que se repartieron entre el público pertenecía a Blasco, aunque este detalle nunca lo sabremos con seguridad. Continúa el biógrafo de Blasco diciendo en el capítulo titulado “los amores atribuidos”: “En Blasco Ibáñez se da la coquetería de querer ser, o de aparentar ser, un padre de familia amante de su hogar, de sus hijos y de la vida hogareña. Esta pretensión, por muy deseable que sea, no responde a la vida real que lleva, porque sus luchas políticas reducen sus horas de estancia en el hogar. También su condición de periodista y de director de un periódico, que ha de luchar contra la ineficacia de la gente, hace que su vida con la familia se reduzca a la mínima expresión. Sus veladas pasadas junto a la máquina que imprime el periódico, que se prolongan hasta las cuatro de la noche o las seis de la madrugada, anulan por completo la intimidad hogareña. Hay que admitir, por tanto, a un Blasco Ibáñez dominado por la pasión del trabajo y absorbido por el interés que en él despierta la política. Doña María, la esposa, debió soportar y acostumbrarse a las intemperancias de conducta que imponía una reunión de delegados políticos o una junta que era preciso presidir en el partido. También debió acostumbrarse a la total ausencia de atención cuando le absorbía algún problema de índole literario o novelístico. Hubo también de acostumbrarse doña María a las continuas denuncias del periódico, a la presencia, casi diaria, del Juzgado y agentes de la autoridad que secuestraban la edición y se llevaban detenido al director. Estos avatares del hombre de acción, unido a sus infidelidades conyugales, debieron quebrantar la unidad matrimonial. Pero lo que parece que colmó la paciencia de María, fue las relaciones que tuvo con la condesa de Pardo Bazán, al parecer, no simplemente literarias.” Pero antes de que hablarnos sobre la relación del escritor con la famosa escritora gallega nos describe otros cuatro amoríos empezando por una tal Cora que firma una dedicatoria en una de las fotografías encontradas entre los papeles del novelista. El propio Blasco nos habla de Cora en una de sus novelas: “Por dos meses fué el amante de Cora, una muchacha popular en los entresuelos de Fornos; una gallega alta, esbelta y fuerte (¡ay, como la otra!), que había pasado algunos meses en París, y al volver de allá, con el pelo teñido de rubio, recogiéndose el vestido con la misma gracia que si hiciera el trottoir en los bulevares, mezclando con dulzura en la conversación palabras francesas, llamando mon cher a todo el mundo y dándoselas de entendida en la organización de una cena, brillaba como una gran cocota entre las amigas.” Francisco de Cossio nos cuenta en su libro “Impresiones” la “poca vergüenza” que se gastaba el escritor para con las mujeres y mucho más si eran jóvenes y guapas: “Decide que vayamos a Prunier. Desde allí vamos Blasco, Cossio y Jean Cassou, al Café de los Italianos. A las doce y media marchamos a lo largo de los bulevares, hasta el Faubourg Montmartre. Al pasar por el bulevar de los Italianos, una muchachita rubia y de ojos verdes mira a Blasco, y él la detiene: -¿Tú no me conoces? -No-contesta ella, con un rostro inocente e inexpresivo. Estás hablando dice Cassou, con uno de los hombres más famosos de nuestro tiempo. Con monsieur Blasco Ibáñez. ¿No has leído ninguna novela suya? La muchacha no se molesta en recordar. Dice que no ha leído ninguna novela suya, y que nunca ha oído hablar de tal señor. Pues entonces, si eres novelista podrías hacer una buena novela de mi vida. ¿Y cuál es tu vida? -pregunta el novelista. -Me llamo Georgette, ahí tienes el argumento.” En manos del editor Sempere cayó una carta devuelta por el servicio de correos donde Blasco se dirigía a una corista de un barracón de la feria de Navidad de Valencia. Uno de esos barracones donde las coristas vestían frívolamente y bailaban al estilo francés. La carta empezaba con un “querida chatita”. A estos escarceos esporádicos hay que unir los más habituales como por ejemplo el de la carnicera cercana al diario El Pueblo. Blasco solía escribir de noche y terminar la edición del periódico a altas horas de la madrugada, León Roca nos describe estos paseos: “Y dos o tres horas después, cansado, abandonaba la escritura y salía a la calle. En algunas ocasiones, su andadura no era larga. Se dirigía, paso a paso, a una cercana carnicería cuya dueña, la señora Vicenta, le recibía con evidentes muestras de satisfacción. Era proverbial que la señora Vicenta le preparaba un copioso desayuno que el escritor aceptaba con agrado. El esposo de la señora Vicenta, que era matarife y, por tanto, tenía su trabajo en el matadero, salía de la casa con las primeras luces del día, lo que le permitía al escritor disfrutar de una tranquilidad complaciente.” El propio Blasco lo contaba así: “Porque no hay mayor aventura para un político que la de escaparse de sus obligaciones y marchar a la conquista de una mujer. No hay aventura más alucinante que la de saberse director de un periódico, pasar toda la noche en vela, vigilante por la marcha del diario y saber que hay una mujer que le espera, a hurtadillas, burlando todas las normas establecidas por la sociedad y tratando las cuestiones amorosas con el más hermético de los silencios”. Dicha relación extramatrimonial nunca salió a la luz pero León Roca nos cuenta varios indicios para poder afirmar que las relaciones tuvieron que ser íntimas y completas. El primer indicio surge del mismo autor, quien, al publicar en 1901 «Sónnica, la cortesana» en la contracubierta del libro, aparece mencionada, como futura novela, la titulada «La señora Vicenta». Pero el segundo indicio es un testimonio directo del investigador que ocurrió hacia el año 1967. “Iba yo acompañado por un amigo, cuando se acercó un señor que se puso a hablar con mi acompañante. Al enterarse de que íbamos a publicar la biografía, se volvió hacia mí y me dijo: «¿Usted sabe que yo soy hijo de Blasco Ibáñez?». Había tal orgullo y sinceridad en sus palabras que lo creí. Era hijo de «la señora Vicenta».” ……………………………………………………………………………………… Enlaces citados en el podcast: Bibliografia completa https://www.cervantesvirtual.com/portales/vicente_blasco_ibanez/su_obra_bibliografia/ Cronología de Vicente Blasco Ibáñez https://www.cervantesvirtual.com/portales/vicente_blasco_ibanez/autor_cronologia/#anyo_1900 Cronologia literaria Blasco Ibáñez https://anyblascoibanez.gva.es/va/cronologia-literaria Time line de su vida https://www.timetoast.com/timelines/vicente-blasco-ibanez-5ac50faf-ff35-40dd-be42-708435362932 Galeria de imágenes https://www.google.com/imgres?imgurl=https%3A%2F%2Fwww.cervantesvirtual.com%2Fimages%2Fportales%2Fvicente_blasco_ibanez%2Fgraf%2Fcronologia%2F03_cro_blasco_ibanez_retrato_1018_s.jpg&tbnid=s0ix0VfxLAJ4aM&vet=12ahUKEwi45LKn8vr-AhVYmycCHf1fDVMQMygkegUIARDGAQ..i&imgrefurl=https%3A%2F%2Fwww.cervantesvirtual.com%2Fportales%2Fvicente_blasco_ibanez%2Fautor_cronologia%2F&docid=rpcl3y5OiYotjM&w=301&h=450&q=Mar%C3%ADa%20Blasco%20blasco%20iba%C3%B1ez&hl=es&client=firefox-b-d&ved=2ahUKEwi45LKn8vr-AhVYmycCHf1fDVMQMygkegUIARDGAQ …….. Capitulo 9 Blasco Ibáñez (Miniserie de TV) https://www.filmaffinity.com/es/film328686.html Blasco Ibañez. La Novela de su vida https://berlangafilmmuseum.com/filmografia/blasco-ibanez-la-novela-de-su-vida/ La novela de su vida Película de Berlanga.Parte 1 https://www.rtve.es/play/videos/blasco-ibanez-la-novela-de-su-vida/parte-1/6666338/ La novela de su vida Película de Berlanga.Parte 2 https://www.rtve.es/play/videos/blasco-ibanez-la-novela-de-su-vida/parte-2/6666336/ OSCURO OCULTISMO EN HIPERCUBOS, HEXÁGONOS Y OCTÁGONOS https://tecnicopreocupado.com/2017/05/04/oscuro-ocultismo-en-hipercubos-hexagonos-y-octagonos/ Entrevista a Leon Roca http://elargonautavalenciano.blogspot.com/2019/07/con-leon-roca.html Enrique González Fiol “Domadores del éxito”. 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