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24. Las explotaciones ganaderas

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Bienvenida y presentación

Te doy la bienvenida al Podcast Vida en Salud, el podcast que te inspira a llevar una forma de vida saludable. Esta propuesta es mi iniciativa y yo soy Diana Valeria.

Declaración de intenciones

En este podcast nos proponemos aumentar la conciencia de que la salud es una responsabilidad personal. De que únicamente tú eres responsable de tu salud, nadie más. Y te ofrecemos información y conocimiento que te pueden ayudar a tener seguridad para aceptar y tomar esta responsabilidad.

Entendemos la salud desde un punto de vista muy amplio y hablamos de los muchos aspectos que afectan a nuestra vida y que demasiadas pocas veces se vinculan con la salud.

Introducción

Como ya avancé, en el “episodio 21, la comida sana” vamos a ir desgranado la cualidad de los alimentos a los que tenemos acceso en nuestras sociedades “civilizadas”.

Hoy quiero revisar la cuestión de la alimentación basada en los productos cárnicos y derivados de la ganadería. Como ya henos empezado a vislumbrar, hemos de tener en cuenta que nuestra dieta no es solo una cuestión dietética.

Hay una expresión que me parece muy descriptiva de la situación económica que vive el primer sector en los mercados actuales. Ésta es “costes ocultos”. La primera vez que la oí fue en boca de mi amigo Pere Ardevol y le agradezco sinceramente esta aclaratoria aportación.

¡Y es que la forma de vida que tenemos en la actualidad está plagada de costes ocultos!

Las explotaciones ganaderas son el origen de alguno de los costes ocultos que quedan detrás de los hábitos de alimentación establecidos.

Puedes descargarte el PDF de la transcripción en el siguiente enlace:

El acceso a este contenido es exclusivo para suscriptores. Puedes identificarte en este enlace o suscribirte en este otro.

Contenido

Contaminación

Hay algo de lo que ningunos de los pueblos que poblamos la tierra nos libramos y esto es la contaminación.

Respiramos grandes cantidades de tóxicos que están incorporados en el aire. Los alimentos que ingerimos los contienen también, el agua que usamos para hidratarnos y lavarnos también está intoxicada, los contenedores en los que vivimos y trabajamos están construidos con materiales tóxicos que albergan actividades tóxicas. La ropa y el calzado que llevamos está confeccionada con materiales y actividades tóxicas. Y la misma tierra, el suelo que nos sostiene y que es origen de nuestros alimentos, contiene una buena carga de este tipo de sustancias. Y nosotros, los humanos, vivimos inertes flotando en esta realidad, como si fuera algo sin importancia, como si no estuviera sucediendo algo verdaderamente importante que requiere de una reacción apropiada. Pero ¿qué vamos a hacer? ¿verdad? No está a nuestro alcance cambiar este tipo de cosas…

Pues permíteme que te diga que no, que no es verdad. Sí que puedes hacer muchas cosas, no te engañes. Pero primero has de pasar por el período de frustración que conlleva la toma de conciencia de qué está pasando realmente. Y esto es para lo que te falta preparación. No puedes mirar a la realidad cara a cara porque no te han preparado para ello. Pero sí que puedes prepararte tu.

Vivir la frustración no es tan grave. Sobre todo porque sabes que esa sensación pasará. Porque al otro lado de esa sensación, de ese sentimiento de incapacidad e impotencia, está la solución. Detrás de ese sentimiento que preferirías no vivir está tu capacidad para superarlo y tu capacidad para reaccionar a aquello que lo produce.

Así que sigue escuchando y permite que los niños lo escuchen también.

Porque solo si eres plenamente consciente de dónde estás, puedes empezar a caminar para alejarte de allí si no estás a gusto en esa realidad.

Así que déjame que te de un baño de realidad y vive en el mundo que si que existe tal como existe. Yo misma te daré la mano para que juntos podamos salir de aquí.

Pues como te decía, la cantidad de sustancias tóxicas que nos rodea y nos penetra va aumentando. Esto es debido a dos circunstancias:

Una es que la propia actividad humana las libera constantemente en el ambiente.

Y la otra es que esta misma actividad tiene como consecuencia la desertización progresiva de la superficie terrestre.

Nuestro planeta se ve despojado regularmente y de forma exponencial en el tiempo, de un gran número de especies vegetales que conlleva la pérdida de sistemas boscosos, que son los encargados de generar, albergar y mantener la vida en su óptimo equilibrio.

Los mecanismos naturales de los ecosistemas

Los vegetales que crecen de forma natural al abrigo de los bosques son los encargados de procesar los tóxicos del aire y de la tierra. En sus procesos metabólicos, las plantas absorben a través de sus raíces lo que encuentran en el suelo y lo transforman en otras sustancias que han de servir de sustento a numerosas formas de vida, tanto vegetales como animales.

Todos sabemos, porque es materia contenida en el sistema educativo mundial, que las plantas tienen una respiración complementaria a la nuestra. Pero además, a través de la hojas y de las mismas raíces, liberan los excedentes de su anabolismo y el resultado de esto es un intercambio entre el suelo y la atmósfera. Es decir, mediante su respiración hacen de intermediarias entre los compuestos del suelo y los de la atmósfera.

Este proceso, además de aportar componentes imprescindibles para el equilibrio medioambiental, neutraliza los venenos, mejorando la calidad, tanto del aire como del suelo.

El agua transcurre por el suelo y se filtra entre las diferentes capas freáticas de la tierra. Al mejorar la calidad de suelo, también mejora la calidad del agua y el agua, que es el elemento mayoritario en nuestro planeta y se mueve por toda su masa, va enjuagando y limpiando todo lo que toca.

Cuanto más se limpia más se limpia.

La limpieza es una prioridad en los procesos naturales, Casi podría decir que todos los procesos que desata la naturaleza tienen el objetivo de eliminar residuos. Y además estos procesos tienen la característica de implicar a todos los seres vivos y a todos los elementos y ecosistemas. La dinámica de limpieza y regeneración se transmite entre todas las formas de vida y éstas, como quien toma un relevo, siguen transmitiendo el proceso, acrecentándolo exponencialmente y optimizándolo.

De esta manera la naturaleza mantiene la vida y el equilibrio vital en nuestro hermoso planeta.

La toxicidad hace lo mismo, intoxica a todo lo que existe. Cuando es abundante se transmite y expande por todas partes.

Y aunque la prioridad del equilibrio terrestre es la limpieza, los mecanismos naturales se hacen insuficientes para transformar en alimento para las especies la creciente cantidad de residuos y son acumulados en el suelo, en el agua y en el aire. Intoxicando una cada vez mayor superficie planetaria.

La ganadería es una de las industrias de nuestro tiempo que contribuye, y no poco, a los procesos de intoxicación del planeta en su totalidad.

La actividad ganadera es responsable, tanto directa como indirectamente de un porcentaje altísimo de los tóxicos medioambientales.

Si no dejamos de financiarla, las siguientes generaciones humanas no dispondrán de los recursos mínimos necesarios para el mantenimiento de su vida en salud, e incluso tal vez muchos de nosotros vivamos esta realidad antes de que nuestra vida toque a su fin.

Al ritmo que vamos, en breve podría deja de haber agua potable, aire respirable y tierra fértil, y si no cambiamos de hábitos, seguro que estos imprescindibles recursos llegarán a ser tan escasos que no serán suficiente para cubrir las necesidades, no solo de las personas, si no de la totalidad del planeta.

Los animales que son confinados en la granjas de la industria ganadera, malviven de forma extrema.

Una vez tuve la oportunidad de visitar una granja de vacas lecheras, así que te puedo dar un testimonio de primera mano. Salí a pasear con un amigo y nos encontramos con la granja ¿te acuerdas Javier?.

Lo voy a describir en unas líneas, si te parece bien.

Las grandes “granjas” de explotación ganadera

En esas granjas, las vacas son separadas de sus cachorros al nacer y ya no vuelven nunca más a tener contacto con ellos.

La “lactancia” es mantenida por máquinas ordeñadoras desde el parto y los terneritos no llegan a probar la leche que el cuerpo de su madre produce de forma exclusiva para ellos.

Los terneros machos, se envían al matadero y su carne se vende en las carnicerías para que los humanos podamos llevar esa dieta omníbora que dicen es imprescindible para nosotros, para estar sanos.

Las terneritas hembras, tienen suerte, no son sacrificadas de inmediato, se quedan en la granja. Allí son alimentadas con leche en polvo y alimentadoras mecánicas hasta que puedan comer pienso, que será el único alimento del resto de su vida.

Las vacas adultas, las madres lecheras, son confinadas todas las horas del día frente a comederos rellenos de piensos (que nada tienen que ver con su alimento fisiológico: la hierba) y forzadas a transitar dos veces al día por “la cadena de extracción” donde se las ordeña mecánicamente de forma despiadada.

Debido a la rudeza del método de ordeño y a la propia debilidad de los animales a causa de la vida infame que llevan, las mamas se les infectan y el ordeño les resulta muy doloroso. En la granja las tenían que doblegar bastante duramente, porque los animales no querían pasar por esa experiencia y se negaban a entrar en la fila que las dirigía hacia las ordeñadoras automáticas.

El único motivo por el que las terneritas hembras no son sacrificadas al instante como les pasa a sus hermanos machos, es que tienen que sustituir a las madres cuando éstas se queden secas.

La visión de esta pesadilla, de esta crueldad sin límites, me impactó verdaderamente. Y sinceramente más me impactó que hubiera personas que pudieran gestionar esa cruel actividad sin despeinarse, sin empatizar con el profundo dolor de los animales. Y que conste que me parecieron buena gente, pero no podía entender que no sufrieran con esa cruel actividad.

Bueno pues, por lo que tengo entendido, las explotaciones porcinas son aún más impactantes.

Además del triste, despiadado y degenerado panorama que presentan, el problema de estas explotaciones es la alta concentración de residuos corporales de los animales que se acumulan allí. Residuos de cuerpos enfermos.

Los piensos que les sirven como único alimento les producen graves problemas digestivos que las debilitan enormemente, aunque nadie que esté vinculado profesionalmente a una explotación ganadera lo quiera reconocer. Ni siquiera los que atienden la explotación desde la sanidad. Los animales están enfermos y enfermizos, pues vacunas y antibióticos y arreando.

Esto no consigue evitar que las ventosas de las máquinas extractoras de leche, les produzcan dolorosas infecciones en las mamas, a pesar de que el instrumental es, por normativa, desinfectado en cada extracción.

La ínfima calidad de vida que tienen los animales ahí, es el caldo de cultivo de multitud de problemas de salud: de infecciones, parasitaciones y graves daños orgánicos.

En el intento de mantener controladas las muy adversas condiciones de salud que desarrollan estos animales, se ha creado una estricta normativa sanitaria que obliga a los granjeros a suministrarles grandes cantidades de medicamentos, hormonas y vacunas. Como he dicho, esta medida no consigue erradicar los problemas sanitarios (e higiénicos) que se producen en las granjas de ordeño, pero si que aumentan el lucrativo negocio de la industria médico-farmacéutica.

Las medidas sanitarias tienen supuestamente la intención de que esos problemas de salud (atribuidos a virus y bacterias “que se contagian”) no sean transferidos a los humanos que consumen su carne, su leche u otras partes de su cuerpo que van camufladas en muchos de los productos que se venden como comida para diferentes especies, entre las cuales, nosotros.

Este es el funcionamiento de las granjas que se encargan de proveer a nuestra dieta la carne, la leche y otros derivados de animales. Y este funcionamiento tiene sus consecuencias. En el panorama sanitario global (que nos incluye) y en el medioambiental.

No son granjas, son despiadadas industrias

En el siglo XIX los animales de granja vivían en condiciones de vida relativamente libre y estaban, hasta cierto punto, saludables. Los residuos orgánicos de éstos servían para mejorar la tierra, porque aportaban materias que ayudaban a mejorar la descomposición de la materia dentro del ciclo natural del ecosistema y se integraban en él.

Necesitábamos menos animales entonces. La vida “natural” (por lo menos más natural que ahora) no requería de tantos sacrificios para el mantenimiento de la vida humana. No se comía tanta carne ni derivados como ahora, tampoco había una industria que necesitara de partes de sus cadáveres para fabricar sus productos.

Antes todos los agricultores valoraban y agradecían las defecaciones de los animales sobre la tierra, porque la mejoraban y la tierra se llenaba de microorganismos provenientes de la materia vegetal procesada en el estómago de las vacas, y esto mejoraba las cosechas.

Ahora nadie quiere los residuos que producen estas granjas. Cuando tocan la tierra, matan todo lo que vive en ella.

Porque actualmente, debido a la ingente cantidad de animales que viven para ser sacrificados en vida hasta su muerte a manos de matarifes, y por toda la carga contra-natura que acarrean (los piensos anti-fisiológicos, la enfermedad que acidifica sus fluidos corporales, los medicamentos, hormonas y vacunas), sucede que los orines y las defecaciones de estos animales son altamente tóxicos. Tanto, que queman la tierra en la que se depositan. La despojan de toda cualidad para la generación y regeneración de la vida.

Los residuos de los animales de explotaciones agrícolas (purines) envenenan la tierra y el agua.

Hoy en día, por lo menos en la zona donde yo vivo, hay muchas de estas morbosas explotaciones y se generan muchísimos de estos residuos letales. En la seccion de enlaces te dejo un vídeo que lo explica.

Hay zonas de Cataluña que cuentan con muchas fuentes naturales en las que los vecinos se abastecían de agua buena y saludable. En estos lugares ahora solo quedan fuentes no potables gracias al exceso de explotaciones ganaderas.

Las políticas desarrollistas de la Generalitat de Cataluña han permitido y promovido la existencia de una ganadería intensiva a muy gran escala.

Si vives en Cataluña has de saber que ahí se produce la carne de cerdo que abastece a varios países europeos. Por lo tanto se producen residuos altamente tóxicos, cáusticos y corrosivos (las cacas y pipís de los cerdos), para abastecer a toda Europa con ellos también. Pero nadie en Europa quiere destruir su tierra, ni sus bosques ni sus aguas con eso.

Otra forma de negocio que afianza el primero

Es por esto que, buscando una solución, los desechos de las granjas se han convertido en mercancía. Y con ello ha surgido la actividad económica para la nueva generación de terratenientes sin ética, aceptar dinero a cambio de invadir sus terrenos con esta sustancia asesina, que envenena todas las capas terrestres, el agua subterránea y la que fluye por la superficie, distribuyendo y expandiendo todos los tóxicos que transporta.

Pan para hoy y hambre para mañana.

Porque estos residuos contaminan seriamente el suelo y así el agua que transcurre por cualquiera de sus niveles freáticos. El aire también es el receptor de las sustancias tóxicas, las volátiles, que además huelen muy desagradables.

Estos residuos van dejando un rastro tóxico que envenena las aguas y quema la tierra, eliminando la vida de su superficie convirtiéndola en un desierto.

Dada la magnitud del daño que esto causa, lo más coherente sería que quienes aceptan en sus tierras estos venenos, fueran sancionados con multas equiparables al daño que producen en los ecosistemas y al peligro en que ponen la perpetuación de la vida sobre la tierra. Pero nuestros políticos, que tienen tanta vocación por el bien común como un cazador por el bien de la fauna, permiten que haya lucro con este crimen ecológico, por favorecer a una industria que trafica con la muerte a todos los niveles.

Y es que donde hay transferencia de dinero, hay impuestos con los que mantener al estado, los privilegios de los políticos, a los militares que nos reducen, a los funcionarios que comen de su mano (lo siento si tu eres funcionario), etc.

Yo creo que hemos permitido que las dinámicas contrarias al beneficio de todos se instauren de tal forma, que tienen una inercia muy potente. Esto, como otras muchas incoherencias que afectan directamente a nuestra salud y nuestras vidas, es muy difícil de cambiar mediante los mecanismos que la propia “democracia” ha generado para tomar el control.

¿El producto de la ganadería intensiva se puede considerar un producto alimenticio saludable?

Pues si tenemos en cuenta la destrucción que conlleva esta actividad, deduciremos que es contraria a la vida, que en lugar de apoyar la vida, la limita y deteriora, llegándola a hacer incluso imposible en algunos de los espacios sobre los que inciden los residuos (purines).

Llegado este punto yo creo que no importa la composición nutricional que pueda tener un “alimento”, porque si es tan dañino lo es también para ti. Tu cuerpo no necesita esto, de verdad.

Cómo generamos soluciones

Seguramente lo único que podemos hacer, y estamos haciendo ya, es tomar las riendas nosotros (la gente de a pie).

¿Y cómo, cómo lo estamos haciendo?

Cada vez hay más personas que no quieren consumir las brutales cantidades de carne y derivados de animales que se nos presentan como “imprescindibles para una dieta sana” en los medios de adoctrinamiento del estado (TV, prensa, radio, publicidad, educación en todos los niveles).

En este punto quiero recordarte que las pirámides alimenticias son creadas por la propia industria alimentaria y que ésta industria tiene además a sus mercenarios para difundir el paradigma que han creado para su negocio. Hablé de ello en el podcast número 3.

Cuando hablo de sus mercenarios me refiero a todas las personas que han cursado estudios de ciencias médicas y de nutrición, y que las aplican tal cual se las han enseñado.

Por suerte también hay cada vez más personas que se han formado en estas materias y que se cuestionan su veracidad, que buscan y encuentran información contrastada.

Y las soluciones que vamos generando naturalmente son Consumir poco de esta industria y cuestionar lo relacionado con ella.

Tal vez, si esta industria de la muerte, de la enfermedad y de la destrucción deja de ser lucrativa, podamos regularla, tal vez.

Aunque todo forma parte de un entramado muy bien atado en que unas partes mantienen a las otras, como hemos visto, y esto hace que nuestras reacciones tengan poco peso.

La buena noticia es que aunque lentamente, algo se mueve. A pesar de las evidentes y poderosas dificultades.

Tal vez podríamos añadir alguna acción más, como el hacer lo posible para impedir que los purines sean esparramados por nuestra tierra. Haciendo llamamientos a las administraciones locales y a los vecinos si estamos en una zona en que esto está sucediendo.

Las comunidades humanas tenemos nuestra fuerza y esta está en señalar lo inmoral, no pasarlo por alto y denunciarlo. Tarde o temprano los precursores de la inmoralidad se sienten acosados o incluso avergonzados o molestos.

Que consumiendo estos productos estamos promoviendo la enfermedad que tarde o temprano nos va a traspasar a nosotros.

Y bueno, esto es lo que quería señalar hoy. Quería dejar constancia de esto.

Te pido disculpas porque sé que no es agradable, pero es real, es así. No he exagerado ni un poquito. Y te estimo lo suficiente para saberte capaz de sobrellevar una verdad por dura que sea.

Pasará, si tomamos conciencia de esto, conseguiremos deshacerlo.

Enlaces

Episodio 21, en que hablo sobre qué características hacen que la comida sea sana

Episodio 3 en que hablo de las mentiras que nos marcan sobre la alimentación

Vídeos

Peticiones

Comparte si quieres difundir la verdad consciente.

Igualmente, permite que los niños escuchen Vida en Salud. Ellos merecen saber cómo es el mundo en que viven, están en el mejor momento para capacitarse con los recursos que pueden necesitar para combatirlo.

Comenta, reseña, dale likes a Vida en Salud para que pueda llegar a más gente.

Agradecimientos

Muchas gracias por tu presencia acompañando el proceso de Vida en Salud es lo que le da sentido a la propuesta, gracias por estar ahí, escuchando y aportando.

Gracias también a Kitflus por cederme las melodías del programa.

Despedida

Si quieres proponer, preguntar, comentar, puedes hacerlo en vidaensalud@dianavaleria.es

Si quieres recibir un email notificándote cada publicación y las novedades: dianavaleria.eu/suscripcion.

Nos re-encontramos en el próximo episodio, en que continuaremos hablando de la comida y Xavier Uriarte nos explicará los 10 puntos que dedujeron que de debe cumplir un alimento ecológico.

Hasta entonces…

¡Que tengas mucha fortuna!

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Declaración de intenciones

En este podcast nos proponemos aumentar la conciencia de que la salud es una responsabilidad personal. De que únicamente tú eres responsable de tu salud, nadie más. Y te ofrecemos información y conocimiento que te pueden ayudar a tener seguridad para aceptar y tomar esta responsabilidad.

Entendemos la salud desde un punto de vista muy amplio y hablamos de los muchos aspectos que afectan a nuestra vida y que demasiadas pocas veces se vinculan con la salud.

Introducción

Como ya avancé, en el “episodio 21, la comida sana” vamos a ir desgranado la cualidad de los alimentos a los que tenemos acceso en nuestras sociedades “civilizadas”.

Hoy quiero revisar la cuestión de la alimentación basada en los productos cárnicos y derivados de la ganadería. Como ya henos empezado a vislumbrar, hemos de tener en cuenta que nuestra dieta no es solo una cuestión dietética.

Hay una expresión que me parece muy descriptiva de la situación económica que vive el primer sector en los mercados actuales. Ésta es “costes ocultos”. La primera vez que la oí fue en boca de mi amigo Pere Ardevol y le agradezco sinceramente esta aclaratoria aportación.

¡Y es que la forma de vida que tenemos en la actualidad está plagada de costes ocultos!

Las explotaciones ganaderas son el origen de alguno de los costes ocultos que quedan detrás de los hábitos de alimentación establecidos.

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Contaminación

Hay algo de lo que ningunos de los pueblos que poblamos la tierra nos libramos y esto es la contaminación.

Respiramos grandes cantidades de tóxicos que están incorporados en el aire. Los alimentos que ingerimos los contienen también, el agua que usamos para hidratarnos y lavarnos también está intoxicada, los contenedores en los que vivimos y trabajamos están construidos con materiales tóxicos que albergan actividades tóxicas. La ropa y el calzado que llevamos está confeccionada con materiales y actividades tóxicas. Y la misma tierra, el suelo que nos sostiene y que es origen de nuestros alimentos, contiene una buena carga de este tipo de sustancias. Y nosotros, los humanos, vivimos inertes flotando en esta realidad, como si fuera algo sin importancia, como si no estuviera sucediendo algo verdaderamente importante que requiere de una reacción apropiada. Pero ¿qué vamos a hacer? ¿verdad? No está a nuestro alcance cambiar este tipo de cosas…

Pues permíteme que te diga que no, que no es verdad. Sí que puedes hacer muchas cosas, no te engañes. Pero primero has de pasar por el período de frustración que conlleva la toma de conciencia de qué está pasando realmente. Y esto es para lo que te falta preparación. No puedes mirar a la realidad cara a cara porque no te han preparado para ello. Pero sí que puedes prepararte tu.

Vivir la frustración no es tan grave. Sobre todo porque sabes que esa sensación pasará. Porque al otro lado de esa sensación, de ese sentimiento de incapacidad e impotencia, está la solución. Detrás de ese sentimiento que preferirías no vivir está tu capacidad para superarlo y tu capacidad para reaccionar a aquello que lo produce.

Así que sigue escuchando y permite que los niños lo escuchen también.

Porque solo si eres plenamente consciente de dónde estás, puedes empezar a caminar para alejarte de allí si no estás a gusto en esa realidad.

Así que déjame que te de un baño de realidad y vive en el mundo que si que existe tal como existe. Yo misma te daré la mano para que juntos podamos salir de aquí.

Pues como te decía, la cantidad de sustancias tóxicas que nos rodea y nos penetra va aumentando. Esto es debido a dos circunstancias:

Una es que la propia actividad humana las libera constantemente en el ambiente.

Y la otra es que esta misma actividad tiene como consecuencia la desertización progresiva de la superficie terrestre.

Nuestro planeta se ve despojado regularmente y de forma exponencial en el tiempo, de un gran número de especies vegetales que conlleva la pérdida de sistemas boscosos, que son los encargados de generar, albergar y mantener la vida en su óptimo equilibrio.

Los mecanismos naturales de los ecosistemas

Los vegetales que crecen de forma natural al abrigo de los bosques son los encargados de procesar los tóxicos del aire y de la tierra. En sus procesos metabólicos, las plantas absorben a través de sus raíces lo que encuentran en el suelo y lo transforman en otras sustancias que han de servir de sustento a numerosas formas de vida, tanto vegetales como animales.

Todos sabemos, porque es materia contenida en el sistema educativo mundial, que las plantas tienen una respiración complementaria a la nuestra. Pero además, a través de la hojas y de las mismas raíces, liberan los excedentes de su anabolismo y el resultado de esto es un intercambio entre el suelo y la atmósfera. Es decir, mediante su respiración hacen de intermediarias entre los compuestos del suelo y los de la atmósfera.

Este proceso, además de aportar componentes imprescindibles para el equilibrio medioambiental, neutraliza los venenos, mejorando la calidad, tanto del aire como del suelo.

El agua transcurre por el suelo y se filtra entre las diferentes capas freáticas de la tierra. Al mejorar la calidad de suelo, también mejora la calidad del agua y el agua, que es el elemento mayoritario en nuestro planeta y se mueve por toda su masa, va enjuagando y limpiando todo lo que toca.

Cuanto más se limpia más se limpia.

La limpieza es una prioridad en los procesos naturales, Casi podría decir que todos los procesos que desata la naturaleza tienen el objetivo de eliminar residuos. Y además estos procesos tienen la característica de implicar a todos los seres vivos y a todos los elementos y ecosistemas. La dinámica de limpieza y regeneración se transmite entre todas las formas de vida y éstas, como quien toma un relevo, siguen transmitiendo el proceso, acrecentándolo exponencialmente y optimizándolo.

De esta manera la naturaleza mantiene la vida y el equilibrio vital en nuestro hermoso planeta.

La toxicidad hace lo mismo, intoxica a todo lo que existe. Cuando es abundante se transmite y expande por todas partes.

Y aunque la prioridad del equilibrio terrestre es la limpieza, los mecanismos naturales se hacen insuficientes para transformar en alimento para las especies la creciente cantidad de residuos y son acumulados en el suelo, en el agua y en el aire. Intoxicando una cada vez mayor superficie planetaria.

La ganadería es una de las industrias de nuestro tiempo que contribuye, y no poco, a los procesos de intoxicación del planeta en su totalidad.

La actividad ganadera es responsable, tanto directa como indirectamente de un porcentaje altísimo de los tóxicos medioambientales.

Si no dejamos de financiarla, las siguientes generaciones humanas no dispondrán de los recursos mínimos necesarios para el mantenimiento de su vida en salud, e incluso tal vez muchos de nosotros vivamos esta realidad antes de que nuestra vida toque a su fin.

Al ritmo que vamos, en breve podría deja de haber agua potable, aire respirable y tierra fértil, y si no cambiamos de hábitos, seguro que estos imprescindibles recursos llegarán a ser tan escasos que no serán suficiente para cubrir las necesidades, no solo de las personas, si no de la totalidad del planeta.

Los animales que son confinados en la granjas de la industria ganadera, malviven de forma extrema.

Una vez tuve la oportunidad de visitar una granja de vacas lecheras, así que te puedo dar un testimonio de primera mano. Salí a pasear con un amigo y nos encontramos con la granja ¿te acuerdas Javier?.

Lo voy a describir en unas líneas, si te parece bien.

Las grandes “granjas” de explotación ganadera

En esas granjas, las vacas son separadas de sus cachorros al nacer y ya no vuelven nunca más a tener contacto con ellos.

La “lactancia” es mantenida por máquinas ordeñadoras desde el parto y los terneritos no llegan a probar la leche que el cuerpo de su madre produce de forma exclusiva para ellos.

Los terneros machos, se envían al matadero y su carne se vende en las carnicerías para que los humanos podamos llevar esa dieta omníbora que dicen es imprescindible para nosotros, para estar sanos.

Las terneritas hembras, tienen suerte, no son sacrificadas de inmediato, se quedan en la granja. Allí son alimentadas con leche en polvo y alimentadoras mecánicas hasta que puedan comer pienso, que será el único alimento del resto de su vida.

Las vacas adultas, las madres lecheras, son confinadas todas las horas del día frente a comederos rellenos de piensos (que nada tienen que ver con su alimento fisiológico: la hierba) y forzadas a transitar dos veces al día por “la cadena de extracción” donde se las ordeña mecánicamente de forma despiadada.

Debido a la rudeza del método de ordeño y a la propia debilidad de los animales a causa de la vida infame que llevan, las mamas se les infectan y el ordeño les resulta muy doloroso. En la granja las tenían que doblegar bastante duramente, porque los animales no querían pasar por esa experiencia y se negaban a entrar en la fila que las dirigía hacia las ordeñadoras automáticas.

El único motivo por el que las terneritas hembras no son sacrificadas al instante como les pasa a sus hermanos machos, es que tienen que sustituir a las madres cuando éstas se queden secas.

La visión de esta pesadilla, de esta crueldad sin límites, me impactó verdaderamente. Y sinceramente más me impactó que hubiera personas que pudieran gestionar esa cruel actividad sin despeinarse, sin empatizar con el profundo dolor de los animales. Y que conste que me parecieron buena gente, pero no podía entender que no sufrieran con esa cruel actividad.

Bueno pues, por lo que tengo entendido, las explotaciones porcinas son aún más impactantes.

Además del triste, despiadado y degenerado panorama que presentan, el problema de estas explotaciones es la alta concentración de residuos corporales de los animales que se acumulan allí. Residuos de cuerpos enfermos.

Los piensos que les sirven como único alimento les producen graves problemas digestivos que las debilitan enormemente, aunque nadie que esté vinculado profesionalmente a una explotación ganadera lo quiera reconocer. Ni siquiera los que atienden la explotación desde la sanidad. Los animales están enfermos y enfermizos, pues vacunas y antibióticos y arreando.

Esto no consigue evitar que las ventosas de las máquinas extractoras de leche, les produzcan dolorosas infecciones en las mamas, a pesar de que el instrumental es, por normativa, desinfectado en cada extracción.

La ínfima calidad de vida que tienen los animales ahí, es el caldo de cultivo de multitud de problemas de salud: de infecciones, parasitaciones y graves daños orgánicos.

En el intento de mantener controladas las muy adversas condiciones de salud que desarrollan estos animales, se ha creado una estricta normativa sanitaria que obliga a los granjeros a suministrarles grandes cantidades de medicamentos, hormonas y vacunas. Como he dicho, esta medida no consigue erradicar los problemas sanitarios (e higiénicos) que se producen en las granjas de ordeño, pero si que aumentan el lucrativo negocio de la industria médico-farmacéutica.

Las medidas sanitarias tienen supuestamente la intención de que esos problemas de salud (atribuidos a virus y bacterias “que se contagian”) no sean transferidos a los humanos que consumen su carne, su leche u otras partes de su cuerpo que van camufladas en muchos de los productos que se venden como comida para diferentes especies, entre las cuales, nosotros.

Este es el funcionamiento de las granjas que se encargan de proveer a nuestra dieta la carne, la leche y otros derivados de animales. Y este funcionamiento tiene sus consecuencias. En el panorama sanitario global (que nos incluye) y en el medioambiental.

No son granjas, son despiadadas industrias

En el siglo XIX los animales de granja vivían en condiciones de vida relativamente libre y estaban, hasta cierto punto, saludables. Los residuos orgánicos de éstos servían para mejorar la tierra, porque aportaban materias que ayudaban a mejorar la descomposición de la materia dentro del ciclo natural del ecosistema y se integraban en él.

Necesitábamos menos animales entonces. La vida “natural” (por lo menos más natural que ahora) no requería de tantos sacrificios para el mantenimiento de la vida humana. No se comía tanta carne ni derivados como ahora, tampoco había una industria que necesitara de partes de sus cadáveres para fabricar sus productos.

Antes todos los agricultores valoraban y agradecían las defecaciones de los animales sobre la tierra, porque la mejoraban y la tierra se llenaba de microorganismos provenientes de la materia vegetal procesada en el estómago de las vacas, y esto mejoraba las cosechas.

Ahora nadie quiere los residuos que producen estas granjas. Cuando tocan la tierra, matan todo lo que vive en ella.

Porque actualmente, debido a la ingente cantidad de animales que viven para ser sacrificados en vida hasta su muerte a manos de matarifes, y por toda la carga contra-natura que acarrean (los piensos anti-fisiológicos, la enfermedad que acidifica sus fluidos corporales, los medicamentos, hormonas y vacunas), sucede que los orines y las defecaciones de estos animales son altamente tóxicos. Tanto, que queman la tierra en la que se depositan. La despojan de toda cualidad para la generación y regeneración de la vida.

Los residuos de los animales de explotaciones agrícolas (purines) envenenan la tierra y el agua.

Hoy en día, por lo menos en la zona donde yo vivo, hay muchas de estas morbosas explotaciones y se generan muchísimos de estos residuos letales. En la seccion de enlaces te dejo un vídeo que lo explica.

Hay zonas de Cataluña que cuentan con muchas fuentes naturales en las que los vecinos se abastecían de agua buena y saludable. En estos lugares ahora solo quedan fuentes no potables gracias al exceso de explotaciones ganaderas.

Las políticas desarrollistas de la Generalitat de Cataluña han permitido y promovido la existencia de una ganadería intensiva a muy gran escala.

Si vives en Cataluña has de saber que ahí se produce la carne de cerdo que abastece a varios países europeos. Por lo tanto se producen residuos altamente tóxicos, cáusticos y corrosivos (las cacas y pipís de los cerdos), para abastecer a toda Europa con ellos también. Pero nadie en Europa quiere destruir su tierra, ni sus bosques ni sus aguas con eso.

Otra forma de negocio que afianza el primero

Es por esto que, buscando una solución, los desechos de las granjas se han convertido en mercancía. Y con ello ha surgido la actividad económica para la nueva generación de terratenientes sin ética, aceptar dinero a cambio de invadir sus terrenos con esta sustancia asesina, que envenena todas las capas terrestres, el agua subterránea y la que fluye por la superficie, distribuyendo y expandiendo todos los tóxicos que transporta.

Pan para hoy y hambre para mañana.

Porque estos residuos contaminan seriamente el suelo y así el agua que transcurre por cualquiera de sus niveles freáticos. El aire también es el receptor de las sustancias tóxicas, las volátiles, que además huelen muy desagradables.

Estos residuos van dejando un rastro tóxico que envenena las aguas y quema la tierra, eliminando la vida de su superficie convirtiéndola en un desierto.

Dada la magnitud del daño que esto causa, lo más coherente sería que quienes aceptan en sus tierras estos venenos, fueran sancionados con multas equiparables al daño que producen en los ecosistemas y al peligro en que ponen la perpetuación de la vida sobre la tierra. Pero nuestros políticos, que tienen tanta vocación por el bien común como un cazador por el bien de la fauna, permiten que haya lucro con este crimen ecológico, por favorecer a una industria que trafica con la muerte a todos los niveles.

Y es que donde hay transferencia de dinero, hay impuestos con los que mantener al estado, los privilegios de los políticos, a los militares que nos reducen, a los funcionarios que comen de su mano (lo siento si tu eres funcionario), etc.

Yo creo que hemos permitido que las dinámicas contrarias al beneficio de todos se instauren de tal forma, que tienen una inercia muy potente. Esto, como otras muchas incoherencias que afectan directamente a nuestra salud y nuestras vidas, es muy difícil de cambiar mediante los mecanismos que la propia “democracia” ha generado para tomar el control.

¿El producto de la ganadería intensiva se puede considerar un producto alimenticio saludable?

Pues si tenemos en cuenta la destrucción que conlleva esta actividad, deduciremos que es contraria a la vida, que en lugar de apoyar la vida, la limita y deteriora, llegándola a hacer incluso imposible en algunos de los espacios sobre los que inciden los residuos (purines).

Llegado este punto yo creo que no importa la composición nutricional que pueda tener un “alimento”, porque si es tan dañino lo es también para ti. Tu cuerpo no necesita esto, de verdad.

Cómo generamos soluciones

Seguramente lo único que podemos hacer, y estamos haciendo ya, es tomar las riendas nosotros (la gente de a pie).

¿Y cómo, cómo lo estamos haciendo?

Cada vez hay más personas que no quieren consumir las brutales cantidades de carne y derivados de animales que se nos presentan como “imprescindibles para una dieta sana” en los medios de adoctrinamiento del estado (TV, prensa, radio, publicidad, educación en todos los niveles).

En este punto quiero recordarte que las pirámides alimenticias son creadas por la propia industria alimentaria y que ésta industria tiene además a sus mercenarios para difundir el paradigma que han creado para su negocio. Hablé de ello en el podcast número 3.

Cuando hablo de sus mercenarios me refiero a todas las personas que han cursado estudios de ciencias médicas y de nutrición, y que las aplican tal cual se las han enseñado.

Por suerte también hay cada vez más personas que se han formado en estas materias y que se cuestionan su veracidad, que buscan y encuentran información contrastada.

Y las soluciones que vamos generando naturalmente son Consumir poco de esta industria y cuestionar lo relacionado con ella.

Tal vez, si esta industria de la muerte, de la enfermedad y de la destrucción deja de ser lucrativa, podamos regularla, tal vez.

Aunque todo forma parte de un entramado muy bien atado en que unas partes mantienen a las otras, como hemos visto, y esto hace que nuestras reacciones tengan poco peso.

La buena noticia es que aunque lentamente, algo se mueve. A pesar de las evidentes y poderosas dificultades.

Tal vez podríamos añadir alguna acción más, como el hacer lo posible para impedir que los purines sean esparramados por nuestra tierra. Haciendo llamamientos a las administraciones locales y a los vecinos si estamos en una zona en que esto está sucediendo.

Las comunidades humanas tenemos nuestra fuerza y esta está en señalar lo inmoral, no pasarlo por alto y denunciarlo. Tarde o temprano los precursores de la inmoralidad se sienten acosados o incluso avergonzados o molestos.

Que consumiendo estos productos estamos promoviendo la enfermedad que tarde o temprano nos va a traspasar a nosotros.

Y bueno, esto es lo que quería señalar hoy. Quería dejar constancia de esto.

Te pido disculpas porque sé que no es agradable, pero es real, es así. No he exagerado ni un poquito. Y te estimo lo suficiente para saberte capaz de sobrellevar una verdad por dura que sea.

Pasará, si tomamos conciencia de esto, conseguiremos deshacerlo.

Enlaces

Episodio 21, en que hablo sobre qué características hacen que la comida sea sana

Episodio 3 en que hablo de las mentiras que nos marcan sobre la alimentación

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Agradecimientos

Muchas gracias por tu presencia acompañando el proceso de Vida en Salud es lo que le da sentido a la propuesta, gracias por estar ahí, escuchando y aportando.

Gracias también a Kitflus por cederme las melodías del programa.

Despedida

Si quieres proponer, preguntar, comentar, puedes hacerlo en vidaensalud@dianavaleria.es

Si quieres recibir un email notificándote cada publicación y las novedades: dianavaleria.eu/suscripcion.

Nos re-encontramos en el próximo episodio, en que continuaremos hablando de la comida y Xavier Uriarte nos explicará los 10 puntos que dedujeron que de debe cumplir un alimento ecológico.

Hasta entonces…

¡Que tengas mucha fortuna!

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